sábado, 28 de noviembre de 2009

Hipea


Hipea
Ella fue la causa de inenarrable espanto,

ella,
Hipea,
fue dolor.
Yo le robé a la muerte y a la tormenta,
le desgrané los labios y la hice sirena,
y no combatí nunca contra su ambigüedad,
tampoco previne,
ni broté.
Hipea que marcha a la batalla
desconociendo calumnia y espanto azul,
hipea que arrebata sueños,
hipea mariana que juega al ajedrez
sin dedos.
¡Oh amor mío,
tu agua es mi agua,
fatal marmolina de astuta providencia,
nieve hermosa,
sopapo que apaga al infierno
al son de las campanas!.
¡Cómo podría permanecer en el grito
de la Victoria!
¡Cómo embelesar a la vida
para tenerla siempre cerca...!
Y es que solo 4 peregrinos y un alud
sobrevivirán a las invasión de las truchas,
tú también Hipea,
tú,
también.

Octubre, 2007

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